(Imagen tomada de la red)
Y continúo mi camino. Mi delicada maleta y conmigo globos, pues parece que al ser fin de año y empezar el nuevo, la alegría ha de imperar.
Me alejo con mi pequeña maleta, los globos y un camino por delante.
La luz está de frente, como la vida que me queda por delante. Porque por detrás, ya parece que diciembre no se puede recuperar, ni enero del anterior año, ni los errores cometidos, ni los desengaños.
¡Recuerda Rosa! Nada de quejas, nada de lamentos. Únicamente haz, no hables, no digas.
¿Ni sola puedo hablar ya? ¿A quién hago daño?
Pues ... a ti, aunque no lo reconozcas. ¿Te parece poco? Te haces daño repitiendo los temores, tristezas, desengaños. ¿Por qué no te pones a cantar o a bailar?
¿Acaso tú también me dices lo mismo? ¿Por qué tengo que bailar o estar alegre? ¿Cómo voy a cantar si me voy a escuchar inmediatamente "calla"¿Cómo hablar si hablo sola y me escucho "calla"?
Sé tú misma. No dejas ser tú. Eres lo que desean los demás en este momento.
Ufffff ... ¡no sabía que esto me iba a remover tanto! Como dice la mamá, mejor no grites ni discutas. Dos riñen si uno no quiere. Sé que no tengo voz para cantar, pero ... ¡no puedo hacerlo porque no me es posible, no tengo esa oportunidad de hacerlo!
Al menos, de momento, escribir no molesta. De momento. No deseo expresarlo, no sea que de aquí a un momento, me digan que también molesto.
Y tú, Rosa, ¿qué quieres tú? Es doloroso no saber qué deseo realmente, porque hasta cuando te has ido creyendo que ibas a ser independiente no lo has sido. Y eso te acobarda. Te acobarda tu inutilidad, tu imposibilidad de ser tú porque no sabes.
¿De qué sirve que vaya a otra casa, cuando no se te cesa de repetir que precisas de ayuda, que sola no puedes estar, que por ti misma no lo haces?
Ya Rosa, ya sé que te incomodo diciéndote esto, que te fastidia muchísimo. Bueno, más que fastidiarte, te aterroriza. Te aterroriza quedarte sin nadie. Y, siempre, ya sea en tu cumpleaños, en el de tu madre, en el fin de año, en lugar de alegrarte por estar otro día más, te ocurre lo contrario. Te siente inmensamente pesarosa y atemorizada.
No me apena ya no tener esa llamada amistad (que para mí es algo desconocido). Me apena haber desperdiciado esta vida y continuar haciéndolo.
Rosa, ¿recuerdas tu primer día de viaje? ¿Recuerdas que tu premisa era no lamentarte más ni quedarte en el lamento? ¿Y que puñetas haces?
¡Valeeee!! Oído cocina. No me lamento. Pero, ¿qué hago? ¿dónde voy?
Rosa, tú, ¿dónde quieres ir? ¿a dónde quieres llegar?
A veces no hace falta hacer grandes distancias para ser tú. Sí creo que en tu caso. Has de superar la gran barrera, el gran obstáculo que te impide seguir y que hace que tanto te pese, hasta tu propio ser.
¡Venga Rosa! ¡Es hora de vencer el peso que llevas años y años y años y que no te deja hacer nada!
Aunque sea por un día, ¿por qué no intentas ser tú sin ser las demás personas, sin pensar en su opinión, en si lo haces mal o bien?
Has empezado bien, ¿eh? ¿Por qué no te vas de marcha por ahí?
Muy sencillo: porque estar de marcha sin sentido no es nada divertido.
Tú ganas. Bueno, ganas por no dejarme, no porque realmente sienta poder hacerte caso.
Rosa Mª Villalta Ballester