Ponerse metas quizás sea bueno, o no. Creo más oportuno ponerse, en este mismo instante, a realizar, a aprovechar, a vivir. ¿El qué? Lo que realmente se necesita en el ahora. Respirar. Hacer cosas aunque sin ganas, como ir a trabajar; sentir incomodidad, placer, deseo, interés, desolación, dolor, ausencia ...
Quizás, sea bueno, cada noche, antes de acabar el día, reflexionar si se ha aprovechado, si se ha cambiado, si ha existido un antes y un después, a mal o a bien. Eso es lo que realmente importa: qué cosas podemos o no cambiar, cómo se puede reaccionar ante la dificultad, el desánimo, la rutina. Quizás la rutina se haya aposentado tan bien que no nos demos ni cuenta. O la hagamos porque no vemos más allá de ella.
Muchas veces, las más, intentar un cambio, desear algo, resulta tan inimaginable que lo desechamos sin más. Y tal vez ese cambio nos lleve a otro y a otro ... pero ¿cómo empezar? Y otras, puede suceder que ocurra esa transformación sin una previa necesidad.
Nuestra historia personal, en realidad, ¿es destino? ¿es casualidad? ¿es causalidad?¿decisión propia o ajena? Tenemos unas raíces, un crecimiento, unas vivencias familiares y sociales cambiantes, cambiables. Y no se pueden ignorar; pero tampoco hay que continuar firmes en ellas.
Quizás sea posible crear otras raíces personales que permitan otro azar, otras posibilidades.
Lo que es real es que, para hacer posible cualquier cambio, por mínimo que sea, el pilar base es la voluntad, es querer. Y ese querer da lo mismo el día 1 de enero que el 7 de febrero que el 9 de abril. Cualquier día, cualquier momento presente, es idea.
Rosa Mª Villalta Ballester