Seguidores

domingo, 31 de diciembre de 2017

FIN DE OTRO AÑO

Vuelve a terminar un año más. Como si nada. Y mucho.
Pasan los días de manera rapidísima, como si escapasen; bueno, en realidad, escapan.
Temo cada nuevo año. Cada día temo más y más. Mi incertidumbre se convierte en indecisión y quietud. Me dejo llevar y la angustia es inmensa.
Deseo más que nada en el mundo que mi madre esté junto a mí. Es más que imprescindible. Y, como a todos, los años pasan para ella y cada nuevo día es un regalo que esté junto a mí.

Temo mi indecisión por mi inseguridad, por no tener certeza ni confianza en mí misma, buscando el arrimo de mamá, como si fuera una niña pequeña.
Y, ya soy una adulta bien adulta.
¡Necesito tanto conseguir esa confianza y firmeza en mí! Lo peor es que, conforme pasan los días, en lugar de adquirirla, la pierdo. Como si empequeñeciera.
Me asusta. Me asusta cada nuevo día. Lo vivo mal.
La inseguridad y desconfianza me angustian demasiado.

Quiero ser fuerte. Ser yo misma. Llevo intentándolo años y años. Y cada día peor.
Me siento arrebatada por el miedo y la desconfianza.

Ése es mi trabajo. Mi esfuerzo va hacia la adquisición de mi esencia.
No sé quién soy ni qué puedo ofrecer. Me siento como una niña chica que hace aquello que debe hacer pero nunca lo que quiere, si es que quiere algo.

Si algo he adquirido este año, algo, es más inseguridad y vergüenza. Cierto que he hecho cosas, que me he movido quizás en no muy buen sentido. 
He estado trabajando en primero aunque con no muy buenos logros. He intentado superarme profesionalmente consiguiendo hundirme. Estoy participando más activamente en el colegio, por mucho que me cueste. También he intentado alguna experiencia a nivel social aunque no me haya gustado la misma. Y, a nivel familiar, he intentado ser más atenta, aunque no lo haya logrado. 

La convivencia es muy difícil; y la soledad, muy dolorosa. Todo tiene su parte negativa; y supongo, que positiva.

Lo que sí debo aprender es a no depender de nadie, ni emocional ni físicamente. Me da terror; pero la realidad es que, cada cual, es uno mismo y tiene que ser él mismo.

Y sé que he de cerrar etapas, puertas, ciclos ya pasados que atormentan el presente.
Estoy dispuesta a hacerlo. Y al cerrarlas, seré libre para abrir otra nueva etapa presente y elegir mi presente.

Nadie ha de elegir mi presente. No puedo elegir las circunstancias, pues la realidad es la realidad; pero sí puedo cambiar mi forma de actuar y de mirar el momento, la circunstancia, en el ahora. Nadie más que yo tiene y puede hacerlo.

Des-habituar algo que se hace desde niña, es algo arduo; pero necesario si quiero dejar el círculo vicioso y maligno de la depresión. He de romper lo que vengo haciendo. Y hacer algo diferente de lo que acostumbro hacer.

Si realmente quiero dejar de sentir la angustia y el desánimo que me acompañan desde siempre y que no me dejan, tendré que romper aquello que siempre lo ha provocado.

Nadie más que yo puede hacer esto. ¿Que se siente miedo y vértigo inmenso? Que no quepa duda alguna. Pero, más miedo y vértigo da sentir día a día el agobio por despertar y ver nacer un nuevo día.

Tengo que desatar nudos muy atados, soltarlos y ser libre. Quizás, entonces, pueda sentir algo diferente a la angustia y el desánimo.
No pierdo nada por intentarlo. Si consigo deshacer los nudos y liberarme de la angustia y el hastío que siempre me han acompañado habrá valido la pena.

En mi maleta llevo mi corazón y la voluntad; todavía siguen intactas aunque inmensas veces quiera echar la voluntad.

Quizás, el corazón que ahora llevo en la maleta, sea el que me lleve a mí.

De momento, viaja conmigo, sin saber dónde va.

Algún día, cuando nos conozcamos plenamente, podamos dejar la maleta y, sin tapujos, libres de perjuicios, desnudos en el aire vibrar.


Rosa Mª Villalta Ballester

martes, 26 de diciembre de 2017

LA MEJOR NAVIDAD

Algo de mí, ayer, junto a toda mi familia, me hizo sentir muy rara.
Ver a mi madre satisfecha junto a sus tres hijos, mis hermanos y yo de buen humor, mis sobrinos también.
Sentir que mi hermana estaba super contenta de vernos a todos con ella.
Sinceramente, puedo asegurar que las cosas llegan sin buscarlo ni sin saberlo.

Yo quería ni celebrar la Navidad, quería pasarlo como un día cualquiera. En casa, mi madre y mi hermana me dijeron que claro, que solo nosotras, no hacía falta nada.

Y, sin esperarlo. Primero, mi hermano que vendría a comer; luego, mi sobrina; y, luego, mi sobrino a última hora.
No pude evitar sacar fotos del acontecimiento. Juntos, contentos y en armonía.

Aquí, mi hermana, mi madre y yo, tenemos claro que no creemos que no se vuelva a dar este acontecimiento pues es muyyyy difícil coincidir como hoy a pesar de vivir en la misma ciudad.

Mi hermana ... ¡tan satisfecha! ¡Se le veía disfrutar cada instante, cada momento!

Sí, sin dudarlo, ayer fue la mejor de las navidades habidas desde hacía años.

No dejo constancia de las fotos ... pues es algo íntimo y personal y este blog no está creado para ser público; sí dejo constancia de la importancia y la dicha del día.

Pues ayer, viendo a mi familia unida, a mi madre y mi hermana a gusto y a mi hermano y mis sobrinos también, me di cuenta de lo privilegiada que soy.
No quiero perder esta maravillosa familia. No me hacen falta fotografías, aunque las sacamos. Me hace falta llevar en mi corazón ese momento, ese día, imborrables, inseparables ya de mí.

¡Qué maravilloso es tener una familia! 
¡Qué nimiedad los enfrentamientos, tristezas, enfados, ..., por nada!

Sí, sin alguna duda, puedo asegurar que ayer, fue la mejor navidad en casa.

¡Ojalá pudiera volver a repetirse! ¡Qué regalo del cielo!

No esperaba, sinceramente, en este viaje, parar para tan inolvidable conmemoración.

Rosa Mª Villalta Ballester.

lunes, 25 de diciembre de 2017

COMO DESEE VIVIR



Sigo mi viaje. No he parado. Muy al contrario, no he dejado de hacer y hacer.

Hoy es Navidad. Normalmente suelo estar triste. Hoy no. 
Hoy no es cualquier Navidad. Esta Navidad es muy importante porque estoy siendo yo misma y trato de mejorar y cambiar a mejor.

Este mi viaje es más que importante. Claro que me cuesta y tengo que parar y descansar. De lo contrario, abandonaría; y eso es justamente lo que no deseo.

Hace frío, y me encanta. Tenía ganas de que no hiciera el sofocante calor.
Ayer estuve viendo la tele con mi hermana y mi madre. Hice de Papá Noel y lo pasamos bien.
Es algo que necesitamos aprender aquí. A tener humor, a cambiar y no aferrarnos a lo malo sino a lo bueno.

Quiero continuar mi viaje. La maleta ya no sigue tan vacía. La estoy llenando de amor y cariño. Y, ¡puedo con ella! y ¡ya no es que puedo, es que me gusta llevarla así!

Quiero llenarla de cosas hermosas y satisfactorias, no solo para mí sino para quienes me rodean.

Me doy cuenta que disfruto haciendo disfrutar. Me doy cuenta que puedo hacer. Y hago.

Quisiera continuar mi viaje de esta manera. Llenando la maleta de cosas bonitas y satisfactorias.

Ahora estoy parada. Necesito parar para poder saber qué hacer. El tiempo no importa. Nadie me espera sino yo. Mi único obstáculo soy yo misma. Y necesito aprender a dejar de dificultarme  el camino de la manera que lo hago.

Quiero y preciso mirar de manera diferente a como hasta ahora he hecho. Y ... sobre todo ... que me dejen hacer lo que quiero y creo y no lo  que se quiere y se cree.

Soy diferente y eso ... es indudable. No puedo ni quiero ser lo que no quiero ni deseo. Hasta ahora he sido eso. Hasta ahora me he dejado influenciar por el "qué piensan y qué dicen".

Este viaje no tiene sentido alguno si no comienzo a ser yo misma de forma espontánea y real. Como sienta la vida, como la viva, como desee realizarla, así tendré que ser yo.



Rosa Mª Villalta Ballester

domingo, 10 de diciembre de 2017

CONTRADICCION

Me angustia ir mañana a trabajar. Me siento desganada, sin fuerza, sin ánimo alguno.
Y mucho por hacer. Responsabilidad, obligación, compromiso, ..., me envuelve el pensamiento sin hacer nada. 
Cuando entro en esta disposición, siento una inmensa separación que he de tratar de aunar. 
Es fácil la expresión de que ni es todo blando ni todo negro, que entre ambos hay una gama de grises. Jamás he podido saber qué es eso. Porque o estoy excesivamente activa, o estoy en exceso plasta. 
No soy dueña de lo que quiero hacer o hago. Lo hago porque sí. Me obligo a hacerlo. Ni tampoco soy dueña cuando me invade el insomnio y paso horas y horas sin poder levantarme.

No me gusta ser como soy, actuar como actúo. Soy alguien que jamás aceptó ser quien es: ni niña ni rechazada.
Ahora soy una mujer gruesa y mayor que continúa sus pautas de vida, sin hacer algo diferente, sintiendo que su vida se le escapa y que no deja de ser una línea continua porque los días son idénticos.

Jamás me he soportado ni lo hago ahora. Me fuerzo a continuar una existencia que nada me dice y a la que nada aporto.

Y en esta existencia en la que me veo inmersa, trato de controlar las polaridades y las contrariedades que soy. Ni soy la una ni soy la otra. O soy las dos al mismo tiempo.

Jamás podré comprender cosas que he hecho y que no me han gustado y continuaba haciendo. Y lo peor: nada he aprendido de cuantos errores he cometido.

Soy presa fácil para quien trata de manipular emocionalmente. Lo he sido años y años. Y no estoy convencida de no volver a serlo.

Ahora, en este viaje, estoy a expensas de cualquier ser, ante cualquier situación que aun no gustándome acepte.

Y ya no quiero continuar siéndolo. He de ser fuerte, aunque no tenga fuerza alguna. Ahora, eres tú misma, quien ha de percatarse y reaccionar. Ahora, eres tú, quien decide reaccionar o dejarse llevar.

Por eso es importante este viaje; por eso, aunque no me apetezca, voy a continuar.

Conmigo mi pequeña y valiosa maleta. Y yo misma.  De momento, mejor que nadie se haya cruzado. No tengo ganas de pensar.  Tampoco de hacer esfuerzo alguno.

Así que escucharé mi cuerpo. Si se resiste, no lo forzaré. Quizás, en otro momento, otro día, me sienta mucho más ágil y activa.

Un viaje, sin prisas, hasta donde llegue. Importa el hacerlo.


Rosa Mª Villalta Ballester


sábado, 9 de diciembre de 2017

LA FAMILIA



Tengo una familia. Algo importantísimo. Algo muy muy esencial.

Desde siempre llevo una espina clavada, una espina que cada vez me ha hecho y me hace más y más daño.

Como bien digo, tengo una familia; pero, ¿ella me tiene a mí?, ¿me ha tenido?

Si triste es no contar con alguien cuando te encuentras en un pozo profundo, más triste (y eso lo aseguro y asevero rotundamente), más triste es que no te hayan tenido.

¿Qué he hecho para con ella? ¿Qué han recibido de mí? ¿me han tenido?
La respuesta en nada, es ausencia de respuesta pues no he estado ahí, no he sido nada.
Aunque sea tarde, aunque de nada sirva ya, quiero demostrar que estoy, que he cometido el más grave de mis errores y es el no valorar el tener familia. De siempre me he sentido diferente a ésta, como si no perteneciera, como que no encajaba y sentía odio y mucha ira. Y, en lugar de querer, odiaba, renunciaba a ella; en lugar de reflexionar, como ahora hago, qué hago yo, qué doy, ..., me sentía triste y abandonada por no sentirme comprendida en una familia en la que no encajaba, en la que la forma de expresarse no cuadraba con la mía, ni la forma de pensar, ni de sentir ...

Aseguro que es muy triste y angustioso demostrarte a ti misma que nada has hecho, que no te has interesado, que no te ha importado, cuando a la viceversa, ha sido al contrario. ¿Qué no fuera lo que yo quería o necesitaba? ... pero estaba. Yo, sí, he existido, he deambulado en una casa en la que nada he aportado ni he valorado.

Mi mundo ha sido yo misma. Sinceramente, ahora en mi madurez, siento haber sido medio o total autista. Mi mundo solo he sido yo y nadie más. ¡Qué triste es ver, observar, que no has sido para nadie, que no has sido, que, simplemente, has existido como un vegetal y no has permitido que la vida te llene. He sido algo cerrado a cal y canto.

Ahora, ya en mi madurez, siento el valor de la familia. Sobre todo, el valor de mi madre, su total apoyo y comprensión. Ahora, la vivo día a día, momento a momento; con terror a perderla, con terror al momento en que ella no esté y yo todavía exista. No. No puedo soportarlo. Ella es todo para mí. Es mi inmensa ayuda, alivio, medicina, comunicación, TODO. Sin ella, no comprendo mi existencia.

Y, por ello, dejo de lado mi terror y me sitúo en el presente, en el momento actual. Ella está con nosotros y, gracias a Dios, de manera saludable.

Y, es por ello, que la vivo, estoy con ella el mayor tiempo que puedo.

Con toda honestidad, no he sido buena hija; ni tan siquiera, merezco haber tenido una madre tan maravillosa como la que tengo.

También mi hermana es un pilar importantísimo en mi vida; alguien que jamás he sabido valorar por la visión con que vivía y estimaba mi presencia familiar.

Pero hay un hecho real: estamos, nos tenemos y, aseguro, que hago lo imposible por borrar de toda memoria las intolerables actitudes tan tediosas que he tenido y que ahora me avergüenzan.

No sé si algo he hecho bien, lo dudo la verdad. Sé que la reflexión me lleva a darme cuenta del inmenso valor de la familia y que no hay que hacer un problema donde realmente no hay.

Si algo está sirviéndome este viaje es para darme cuenta que hay problemas realmente graves que ignoro y que observo en los demás. 
Y que hay que valorar lo que hay y se es ahora. El pasado, no se puede ya modificar. Ya pasó. Ahora se puede decidir hacer algo diferente a como se hizo. Se puede cambiar de actitud. Se pueden limpiar las gafas que nos den una visión más nítida de la realidad.

No hay que poner problemas donde no los hay. Hay que ser consecuente y valorar las cosas buenas que se tienen.  Claro que siempre queremos mejorar, que se desea tener más y mejor. 

Pero si hago este viaje es, precisamente, para hacerlo sin prisa alguna, sin agobios y sin influencia ni interferencia que interrumpa búsqueda.

Por eso, paro cuando he de hacerlo. No hay prisa alguna. Lo que más me beneficia es percatarme de todo aquello que no he hecho y que todavía puedo hacer.

Ahora, que ya he descansado nuevamente y he anotado la importancia y el valor de la familia, puedo continuar sin mirar hacia atrás, solo hacia el presente.

Sigo mi viaje ... ¡no sé a dónde!

Rosa Mª Villalta Ballester


viernes, 8 de diciembre de 2017

ALGO DIFERENTE



Bueno, a veces, muchas, es muy difícil hallar un motivo, un solo motivo para continuar.

Existo. Estoy en medio de un universo; sin embargo, siento ser invisible, inexistente, como si no perteneciera a este inmenso universo. Y existo. Estoy.

Intento sobrellevar estos días sin sentido alguno de la mejor manera posible; aunque, es más que difícil cuando existes sólo para ti, para nadie, para nada.

Me pregunto para qué llevo una maleta que no utilizo o tal vez deba abrirla y empezar a utilizarla, aunque sea solo para airearla.

Te miro voluntad, y ... ¡no puedo mas que entristecerme cuando te dejo abandonada en el fondo! ¡Dame la mano! ¡Vamos! ¡Necesitas salir de esta maleta! ¡Al menos, me sentiré útil dándote la mano y que no estés sola!

Tengo un presente, cierto. Y mientras te doy la mano, voluntad, me pregunto qué podría hacer, qué cambiar, qué hacer diferente que no haya hecho todavía.

¡¡Uffff!!! ... ¡Infinidad! Pues hacer algo nuevo, diferente, ..., bien poco he hecho.

¡Eso es! Tendré que hacer o intentar hacer cosas que jamás haya hecho o no haya ni intentado ni probado, ya sea por temor, vergüenza, desconocimiento, ingenuidad ...

Veo mi pasar la vida como una línea continua, sin ningún cambio, solo lamentándome de mi pésimo estado.

Y eso ... he de hacerlo yo. Con mi única compañía, conociendo e intentando averiguar qué cosas podrían motivarme y no he hecho, qué necesidades tengo y tratar de paliarlas, qué curiosidades jamás he sentido.
Nadie más que yo ha de saber todo esto. Y, aunque nada sepa al respecto, aunque me sienta una muerta viviente, aunque solo exista, no hay mejor logro para continuar mi viaje que hallar estas respuestas.

Así que ... continúo viajando.

Rosa Mª Villalta Ballester

lunes, 4 de diciembre de 2017

DECIDO SER LIBRE



Es pesado y triste estar de viaje sin saber dónde quiero ir, sin nadie que me espere, sin a nadie a quien visitar.

Pero decido no seguir triste. Hoy hace frío y me gusta. Tenía ganas que desapareciera el bochornoso calor que reinaba durante tanto y tanto tiempo.
Hoy he ido al trabajo en bicicleta, por el río disfrutando del frío de la mañana. 
¡Libertad! He sentido una inmensa libertad. He ido sin prisa alguna, saboreando lentamente el transcurso del pedaleo y el frío frío que sentía en mi cuerpo.

Mi soledad me permite disfrutar de una inmensa libertad, de una sensación indescriptible de estar fuera de, como siento estar cuando me encuentro dentro de.
Mi primer día de un nuevo viaje. Y, por novedoso,  desconocido y necesario conocer para continuar y no caer. Lo mejor: lo estoy haciendo. Estoy yendo, viajo, decido, soy yo misma en este mismo momento.

Mi maleta, casi vacía, no pesa. Rosa necesita sacar de la maleta, aunque se quede sin nada, las piezas que le proporcionan angustia y dolor, las que hacen que desista en el intento y no encajan con sus necesidades.
Sí, Rosa, necesitas hacer ese viaje sin nadie, siendo tú misma, sin influenciarte por nadie ni de nadie. Necesitas estar tú, contigo y determinar, aunque ya sea tarde, qué piensas sin ningún tipo de perjuicios o pensamientos ajenos. ¡Sé tú misma!

El día que seas tú misma, sin pensar lo que dirá la mamá o Mª Amparo, el viaje habrá cumplido su cometido.

Al preparar la maleta te dijiste que no había prisas; y, no las hay.

Es mejor parar, respirar, sentir el frescor y tener serenidad ... que apresurarse para agobiarse y volver a casa sin ser tú misma y sin tener tu propia personalidad.

Te tienes a ti misma, tienes salud, tienes derecho y necesidad de dejar todo tipo de influencia que haga que dejes de ser tú misma.

¡Cuántos años perdidos y desperdiciados!

¡Qué vida más monótona e insulsa me he forjado!

Ya sé que de nada sirve el lamento. Por eso, mañana continuaré el trayecto.

Hoy, al menos, he hecho lo que precisaba que era ir en bicicleta. Sin decir nada en casa: decidiendo ser libre.


domingo, 3 de diciembre de 2017

PREPARANDO LA MALETA




Este es el principio de un viaje; un viaje que debiera haber comenzado hace mucho mucho tiempo y que no he sido capaz de realizar.

Hoy preparo la maleta que preciso para dicho viaje: necesito voluntad para llegar a buen puerto; necesito un pequeño pero gran objetivo, el ser yo misma; necesito dejar que la persona que se está expresando lo haga sin pensar mas que en ella misma, olvidando miedos, reproches, inseguridades, "callas", "no hagas eso", "no digas lo otro".

Quiero llevar una maleta ligera, sin complicaciones, que me permita coger aquello que me permita ser yo, que pase cualquier control sin ningún otro que no sea mi propio pensamiento. 

Una maleta que, aunque me la roben, continúe llevando conmigo lo esencial de mi vida: el corazón latiendo, el pensamiento y la voluntad.
¿Ilusión? No realmente. ¿Necesidad? Sí.

Nadie me espera, nadie me acompaña. No es ni un viaje de trabajo ni de placer. Quizás, en el momento más adecuado. No hay prisa alguna, de ahí la necesidad de no llevar compañía. 

No he preparado ruta alguna, ni su fin. No me importa dónde llegue, ni cuándo. Importa muchísimo que hoy parto de viaje.

No hay vuelta atrás. Ni esperas. Ni llegadas. Importa que hoy decido hacer un viaje a ninguna parte. Importa el hacerlo, el llevar conmigo la maleta ligera que en cualquier lugar cabe.

No voy ni en avión, ni en barco, ni en tren. Voy por mi propio pie. Soy libre de parar cuando desee o necesite. Soy libre de dormir mirando el cielo o bajo el calor de una manta.

Soy mi propia compañía. He de cuidar a esa compañera que conmigo va. Y seguro que ella cuidará de mí. 

Así es que, ..., ¡ voy a empezar mi viaje!

Rosa Mª Villalta Ballester