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domingo, 23 de diciembre de 2018

EL ARBOL DE LA VIDA


(Imagen tomada de google)


La vida es algo más que un solo momento; es una infinidad de momentos tal vez más malos que buenos, que se han de ir afrontando con sus pros y sus contras, con sus días y sus noches, de la mejor manera posible.

Si hay algo que no soporto de esta vida, es la violencia, el sufrimiento, la maldad. No puedo soportarlo. Ni lo acepto ni lo soporto.
Al igual que las máscaras. Me gusta la transparencia no la falsedad.Prefiero una verdad aunque duela, que ocultar la sinceridad para qué se yo.
Será por todo que no soporto la vida, que siento ser un bicho raro en medio de este universo.
Me fijo en el árbol de la vida, en sus cuatro etapas, en sus noches y días, en todo cuanto representa, con sus raíces profundas y firmes, con su resistencia. Y eso somos las personas, alguien con raíces que se mueve, a diferencia del árbol, en busca de su felicidad, aceptando y rechazando, errando y acertando,.

Hoy, en mi viaje, me fijo en el árbol, me siento bajo su ser, respiro, cierro los ojos. Ambos nos acompañamos, nos sentimos, aunque nada nos digamos.

Bajo él me siento serena y confiada, sin pensar en nada. No quiero pensar, solo continuar este viaje que emprendí ya hace tiempo y que no encuentro sentido alguno. Estoy, como este árbol, existo, nada más. Estoy. Que no vivo. Me siento un ser que existo sin más, recibiendo una nueva estación, teniendo mucha más edad, desengañada, aceptando su realidad. 


Es lo único que puedes y debes hacer Rosa, aceptarla y asumirla. Quizás no me escuches, o pases de mí, o quizás me tomes de la mano y caminemos al mismo son. A tu lado voy aunque no quieras verme, aunque no puedas hacerlo, aunque no te guste cómo has sido ni cómo eres.
Te tienes a ti y me tienes a mí; sin embargo, no quieres ni recibirte, ni aceptarte ni aceptarme cuando es lo que más necesitas. 
Pasan los años, las estaciones y el árbol de la vida te abraza y tú no lo abrazas a él. Ese árbol que, como tú, tiene sus raíces firmes y que, a diferencia de ti, no puede mas que permanecer estático, tiene el poder resistencia, de vitalidad.

Ojalá este árbol, que está dentro de ti, te haga reaccionar y puedas ser, al igual que él, ese refugio al cual cobijarte, ese poder que te da tranquilidad y hace que dejes de pensar.

Ojalá que, con cuan mágico y poderoso llevas en tu maleta, puedas hallar esa navidad en la cual ya ni sientes ni piensas, ese renacer sublime que te hace sentir fuerte y vital.

Tú no tienes esperanza ni fe ni creencia. Tal vez tanta mala experiencia haya determinado ese rechazo a esperar, a confiar y a lograr tener ilusión. 

Así es. Ni tengo fe ni esperanza ni nada de nada. Sería una falsedad expresar lo contrario. No puedo tenerlas. Ojalá las tuviera.

Este árbol de la vida es posible lo entienda alguna vez. De momento me gusta verlo, me gusta su historia, me gusta tenerlo presente. Nada más.

Hoy eres el protagonista de mi pensar. Quizás lo seas o hayas sido siempre, no lo sé. 

Al menos, he vuelto a mi camino; vuelvo a tomar el rumbo del viaje que ya estaba empezando a costarme. Nada me apetece; pero cuando lo comencé ya sabía que esto podría pasar pues mi día a día, mi momento a momento es la inercia, la apatía.

Bueno, al menos hoy ya he caminado un poquito. 
Seguiremos.

Rosa Mª Villalta Ballester





1 comentario:

  1. Llevo muchos años viviendo lo que se puede caicicar como de vida intensa, rica en amor, en salud y... con siete castillos donde habitar con muchos hijos y muchos nietos también y todavía no sé que es la vida...
    Un beso

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