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sábado, 15 de diciembre de 2018

CONTINÚA



Mi viaje continúa solitario y triste. Y deseo convertirlo en algo más armonioso.
De alguna manera he de encontrar esa sintonía entre esa niña que dejó de serlo y esa adulta que no lo asume.
Rosa, sé tú, deja de escuchar o de pensar qué piensan los demás. El camino no es mas que tuyo. Hazlo agradable.
No mires a tu alrededor porque además, las "pistas" que ves son engañosas; sí, crees ver grupos o parejas que se divierten cuando en realidad sabes bien que el trasfondo es una superficialidad.
Hoy en día parece que hay amigos al instante. Y bien sabes por experiencia que cuanto más se tilda una de amistad, más lejos de la realidad.

Asume tu soledad, no importa la causa. Asume que viajas sola, sin nadie. Asume que no tienes a quién llamar para comunicarte, ya sea bueno o malo. 
Y aprovecha momentos como el de la foto que has hecho porque verdaderamente esos momentos son tuyos y son hermosos. 

Si bien por naturaleza la persona es sociable, también es verdad que nace sóla y muere sóla. Y una decisión es de cada cual ya tenga pareja o amistad o tenga infinidad de compañía.

No dejes pasar tus días lamentándote ni expresando lo desgraciada o la mala suerte que tienes por tu soledad. Quizás seas una gran afortunada que puedes mirar más allá de ti. Quizás, en esa maleta que llevas, tan sencilla y sin apenas nada, seas capaz de mirarte y, en lugar de despreciarte, de insultarte y odiarte, y darte asco, pudieras ver alguien capaz de llegar al fondo de cualquier situación, de ir más allá de la superficialidad.

La verdad, no he caído en ello. Tal vez envidio a las personas con amistades, pareja, que tienen a esa "amiga" o "amigo" y no me doy cuenta de cuán superficial es eso. Quizás en el fondo busque ser mi propia amiga y así poder ir más allá de quien soy, ir o apreciar, percatarme, de quien está junto a mí, cerca de mí y cuya situación personal todavía es peor que la mía.

Ya hace tiempo que decidí no quejarme y no ceso de hacerlo. No tal como queja pero sí como lamento.
No he conseguido realizar este viaje de una manera constante y permanente. He dejado, olvidado, esos objetivos o ese objetivo por el cual comencé esta actividad.
Vuelvo a odiarme, cada vez con más intensidad. Vuelvo, por no decir que no ceso, de mirar mi ombligo. Quizás sea cuestión de dejar mi ombligo por el camino y continuar. Quizás, vaya más ligera, tenga menos dolor y pueda llegar a ese objetivo por el cual partí.

Cuando hago esta fotografía, me encuentro completamente sóla, ya no solo físicamente sino moralmente. Y, sin embargo, ¡qué bella imagen!. También esa rosa de los vientos ahora se halla en soledad.

Soledad que cualquiera detesta, espanta, intenta deshacer a través de una malograda pareja o amistad.

¡Cuántas cosas hermosas hay con la soledad! ¡Cuántas cosas se pierden en compañía, intentando agradar, que te agraden, que suplan ese pozo oscuro que cualquiera trata de no caer!

Y si algo aprendo, es a valorar los hermosos momentos, aunque sean instantes, para ir consiguiendo esa armonía conmigo misma que me permita mirar otra cosa que no sea yo.
Por de pronto y para continuar mi viaje, dejo ya mi ombligo. Lo dejo en el camino, y continúo. Continúo. 
Sin fuerza, sin esperanza, sin deseo alguno. Continúo. 


1 comentario:

  1. Linda foto!!! Al verla uno se llena de paz. Me encantan los atardeceres con cielo rojizo. La soledad a veces nos da tranquilidad y nos permite conocernos más. Un abrazo

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