Dedicando instantes a la tristeza
dejando de lado al bienestar,
se acostumbró mi vida a ello
despareció las ganas de soñar.
Dejé mi pensar en la agonía,
tormentosa y deseosa de acabar.
Gritaba y deseaba otra nueva vida,
pero solo refugiada en mi malestar.
Y cada instante más desdichada,
dejando pasar las horas y los días.
He perdido gran parte de la vida
esperando bienestar y alegría.
Y me di cuenta que solo esperaba
refugiándome en el llanto y la nada.
Y he aprendido que desear estar bien
es acariciar aquello que bien hace
y acercarlo más y más a mi ser.
Y estoy sintiendo la dificultad
que no es sino dejar lo habitual.
Y aunque la tristeza esté conmigo
la dejo pasar sin darle cobijo.
Y sí, me da miedo sentirme bien;
dejar de hacer como hacía.
Pero nada pierdo por emprender
otra forma de pensar y hacer.
Soy incapaz de quererme lo sé;
ni pensar en dedicarme placer.
Pero refugiarme en mi dolor
lo hice dejándome mal sabor.
Ahora aprendo a des-habituar
y caigo porque es dificultad.
Pero si realmente quiero vivir
es para amar la vida y sentir
el agrado que jamás me permití.
Y así mirando pasar la tristeza
permito a la alegría poder surgir.
Y acepto aun sin creer los halagos
y acepto el error en mi percibir.
Y los pensamientos inadecuados
que provocan dolor y rechazo
procuro con dificultad cambiar
para también al cuerpo halagar.
Y vuelve a nacer otra persona
que siente lo que jamás sintió.
Pero los pensamientos llegan
y las emociones atormentan.
Y sé que siempre retornarán
y dejaré o no su continuidad.
Abrazo la vida y su respirar.
Abrazo el placer y el bienestar.
Y como las nubes son al cielo
miro la tristeza y el dolor pasar.
Y así, voy mirando la tristeza
y así la dejo o no en mí habitar.
Y como el cielo que cambia,
cambia también mi malestar.
Y ahora miro hacia este cielo
que sin una nube hoy está.
Y ahora siento mi respirar
y quiero volver a empezar.
Rosa Mª Villalta Ballester