(Imagen tomada de la red)
Caminar es fortaleza,
ahora en soledad,
me da fortaleza.
Mientras camino hablo,
río, lloro, siento, ...
Y todo ... caminando.
Caminar es deseo,
es fuego, es momento.
Cada paso en un anhelo,
o un fracaso o un sueño.
Y caminos nunca faltan.
Hay para elegir o seguir.
Los hay sombríos o iluminados.
Caminar en compañía de la luna,
con el único deseo de abrazarla.
Con el deseo de ser abrazada.
Caminar no es llegar a,
es estar, es continuar;
es no parar para no llegar;
es auxilio y es esfuerzo.
Hacía días que no emprendía camino. Estaba y estoy agotada. Pero tanto tiempo en el mismo sitio ha conseguido que me dé cuenta que la vida no es parar pues la vida es tiempo que acontece, que pasa y que, mientras no se detenga, tampoco tengo que pararla.
Sí, dolor, cansancio, pesadez.
Nada hay como ir contra corriente. Nadie puede caminar por ti. Si alguien te empujara a hacerlo, ya dejarías de ser tú.
Este es tu viaje, y no has llegado a ningún sitio porque no quieres llegar a ningún sitio. Y mientras sientas esa pasividad, inactividad, ..., tanto mayor la sentirás.
Caminar es la vida,
la vida es continuar,
a pesar de su dificultad.
A veces, con paso lento;
otras, a gran velocidad,
Y no eliges correr,
correr, correr, ...
¿Qué necesidad hay?
Ya lo hace el tiempo,
no se da marcha atrás.
Caminar es mirar,
estar atento y con interés.
Caminar es no mirar atrás,
y elegir cuando haya variedad.
Y es así como comienzo mi año nuevo, caminando. Y decidiendo. El dejarte llevar es decidir aunque no sea la mejor forma de ser una misma. Creo que ser una misma supone decisión propia, firmeza y confianza.
Aunque no tenga ganas, voy a seguir mi viaje.
Sólo echo de menos no estar al lado de la luna. Esa luna blanca y serena, esa oscuridad que con su compañía, hace un maravilloso e intenso estar.
Rosa Mª Villalta Ballester.