Aunque los días buenos ya no existan, aunque cuanto se creía o se pensaba real no sea, la vida continúa. Sí, continúa con su tic-tac particular. Continúa viendo un genocidio que no guerra, muertes y muertes que no tienen dónde elegir ni optar. Continúa con la violencia machista, con muerte de mujeres como si se tratara de muñecas de trapo. Y sí, continúa, continúa para quienes tenemos un presente que podemos aprovechar.
Continúa el juego de los políticos, el pasar del tiempo, la angustia, la preocupación, el no saber cómo continuar. Y continúa la alegría, las ganas de vivir, el hallar la manera de un presente llevar, el disfrutar de las cosas insignificantes que frente a nosotros hay.
También continúa la ceguera de quienes no quieren nada afrontar, el lamento, el miedo, la paralización, la queja ... que sí, también hay.
Y continúa también el ponerse una venda en los ojos para engañarse y seguir aunque no sea real.
Y la vida continúa, sí, de alguna u otra manera. Continúa el tener o no un sentido que la guíe, una meta que alcanzar. Continúa el ser cada cual, sin más. Continúa el ser, el ser en su individualidad, aquel que su esencia ha de basar.
Y continúa el fracaso, la decepción, la negación; y también la decisión de hacer algo para hacer cada instante un momento especial.
Está claro que si hay presente, hay un tic-tac. Si hay un presente se puede disfrazar si la angustia y el dolor lo condicionan; se puede dejar pasar, con lamentos, quejas, ... ; o se puede decir ¡basta! y empezar a pensar que, hasta el que tiempo se pare, está en cada cual apreciar lo más significativo que disfrutar.
Y hay otras personas en las que el presente les produce tal angustia que hacen el presente parar.
Está claro que la vida es difícil y que cada cual puede tener o no herramientas suficientes para, desde su esencia, saber el tiempo aprovechar. Y se puede tener ayuda, sí, pero realmente es la esencia del ser, quien tiene que querer el hoy aprovechar.
Rosa María Villalta Ballester