Es de humanos agradecer y tanto más cuanto la vida te da cosas buenas.
Ya no soy ni la ignorante niña ni la joven insegura.
A través de los años se aprende, aunque sea de forma lenta.
Con los años, percibes las cosas de otra manera. Comprendes que la confianza es necesaria pero que no siempre es buena. Que querer no es poder aunque la frase sea hermosa. Que muchas veces las circunstancias frenan. Y que hay demasiadas con errores de los que no siempre te levantas para continuar con fuerza.
Los años te enseñan a que hay poco o muy poco que verdaderamente te llena; que la dicha son instantes que hay que aprovechar de manera ciega. Que ciego es dejar que el tiempo pase sin darle sentido alguno. Que se puede escuchar sin que nada se entienda. Que cuanto más años pasan menos importancia se da a grandes problemas y se fija la atención en las cosas muy pequeñas.
Sí, los años, los años te abren nuevas puertas cerrando otras que jamás eran abiertas. También te enfrían, te hielan. También son el eco de que volver atrás ya no es posible y que hay que aprovechar cada instante que no escape a la experiencia.
Y es de humanos percatarse de cuanto se pierde con los años. No sería nadie realista si no se percibiese tal hecho.
También hay que salir de la tristeza que el paso del tiempo provoca. Hay que valorar lo vivido o no y no desaprovechar el ahora.
Así, siempre es necesario ser una persona agradecida.Por lo hecho o no, por lo sentido o no. Hay que ser consciente de las circunstancias y actuar en función de ellas. No dejemos a los demás o en el contexto lo que nos pertenece a cada cual.
Cuanto más sensata sea la persona, más dichosa será. Cuanto más responsable de sí misma sea, mejor se encontrará.
Y cuanto más se dé cuenta de su responsabilidad en la vida, más y mejor vivirá este ahora y más y mejor lo recordará.
Rosa Mª Villalta Ballester