¡Cuánto te echo de menos!
Aunque grite, no contestas.
Aunque suspire, no me tocas.
Echo de menos tu voz,
tus consejos tan acertados,
tu paciencia y sosiego.
Me daña el no verte,
el sentir que no estás,
el saber que no contestarás,
el aceptar tu total ausencia.
¡Has dejado una gran huella!
¡Un vacío inmenso sin poder llenar!
Imposible olvidarte, no extrañarte,
imposible borrar tu inmensidad.
Has sido el mejor regalo de la vida,
has dejado un rastro difícil de borrar.
Has sido y eres mi gran tesoro,
un tesoro que nadie podrá alcanzar.
Estoy aquí, sin ti, con tu ausencia,
estoy contigo pero sin ti,
algo que nos une y nos mantiene,
ese vínculo que jamás se romperá.
Nadie habrá a quien más quiera,
pues vago sin ti y con tu ausencia.
Rosa María Villalta Ballester
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