Apártate de mí, no te quiero.
No eres bienvenida pero te has instalado.
No te quiero, sal de mi vida;
pero, como una lapa, te has pegado.
Apártate de mí, si eres valiente.
No tienes valor de preguntar, solo hieres.
Nada te voy a ofrecer, mas la salida;
pero, como un ladrón, robas mi vida.
Apártate de mí, si hambre tienes.
No tienes opción de ser mi amiga.
Nunca llegarás a ser querida;
pero, ahí sigues, con tu desdicha.
Apártate de mí, no te quiero.
No tienes un minuto ya de encierro.
Jamás dominarás ya mis pasos;
y, lejos de mí, hallaré sosiego.
Rosa María Villalta Ballester