Desde hace ya tiempo, cuando las cosas se ponen mal o muy mal y pienso que ya no vale la pena nada, empiezo a ver la realidad que rodea a otras personas, otras circunstancias, otras situaciones y, aunque el dolor está ahí y no cesa, siento ser una privilegiada.
No ceso de pensar en Gaza, en Ucrania, y ... ¿quién peor que esas personas puede estar? ¿Quién peor de quien está en un hospital sufriendo con dolor o esperando su partida?
No dejo de pensar en toda aquella mujer que muere a manos de seres tan despreciables por el hecho de haberlos querido o estar con ellos, esos niños que no saben ni sienten qué es estar bien, que estan realmente solos porque una bomba, un genocidio ha acabado en un segundo con sus vidas.
No, no acepto estas desgracias. No acepto que haya seres tan indiscriminados que decidan sobre la vida de los demás. No me cabe en la cabeza.
Y me siento una privilegiada por no estar en todas esas situaciones. Me siento una más que privilegiada y más que agradecida a la vida. Y realmente la aprecio. Aprecio hasta un suspiro, una respiración, un momento de silencio tan sereno y no de miedo.
Acepto mi situación y mis circunstancias que están a años luz de queja alguna respecto a las anteriormente mencionadas. No tengo derecho a ser infeliz ni a rendirme ni a sentirme desdichada. No tengo derecho a pensar mal ni a ver las cosas de color negro por no apreciar lo que realmente sí tengo. Tengo derecho y obligación de aceptar que soy una privilegiada de la vida, que soy quien tiene que buscar su fin, su sentido y procurar dejar una huella bonita y agradable.
Y solo puedo dejar una huella que se precie dejando de pensar en aquello de lo que carezco y apreciando aquello de lo que sí poseo por mínino que sea.
Además, pienso que hasta el día de mi partida tengo el derecho y la obligación de aprender, de crecer y de intentar hacer las cosas lo mejor posible.
Desde luego, sería una desagradecida dejándome arrastrar por cuanto me apena y entristece dejando que pase la vida sin hacer algo por lo que sentirme orgullosa, o simplemente hacer algo. El hecho de pensar en toda desgracia que corre tanta gente que no se lo merece y que segundo a segundo ocurre, me prohíbe cualquier queja o lamento de una vida en la que poseo tanto y de la que no puedo ni debo arrastrarme.
Ahora mismo, en este mismo momento, ¿cómo estará toda esa gente en Gaza, en Ucrania, en cualquier parte del mundo que está horrorizada por la violencia o por la masacre?
No dejo de pensar en ese niño o esa niña que, de repente, ve ensangrentada a toda su familia y no puede ni reaccionar. No puedo ni imaginarlo porque es inimaginable. Impensable. Podemos suponer, creer que, pero la realidad es imposible saberla.
Quiero agradecer que este presente pueda apreciar estas circunstancias y no encerrarme en cualquier falta o ausencia que en mi vida pueda haber.
Quiero agradecer en este presente cualquier cosa que me rodea y que tengo el privilegio de poder apreciar.
Quiero agradecer en este presente que soy consciente de cuantas horrorosas circunstancias y situaciones existen en cualquier parte del mundo y que estoy lejana a todas ellas.
Quiero pedir perdón al mundo por mi ausencia de sensibilidad por el egoísmo que se apodera ante circunstancia adversa o situación que sea inconveniente.
Quiero pedir perdón al mundo por cuantos errores cometo porque en ningún momento ni caso son cometidos con intención.
Quiero saber, conocer, hacer, actuar y pensar siempre con la razón y con la lógica y que las emociones no me jueguen malas pasadas.
Quiero ser, estar, abandonar cualquier maldad en mí existente, caminar y poder estar satisfecha al acabar el día de haber sido o hecho algo diferente.
Rosa María Villalta Ballester
Todos podemos alguna vez sentirnos mal, tenemos también ese derecho, pero cuando vemos que en el mundo muchos padecen mayores desgracias nos sentimos privilegiados como dices, de poder vivir sine se temor contante a la muerte. Disfrutar de la vida está en saber vencer las dificultades y sino em saber sobrellevarlas, aunque cueste muchas veces. Un texto sin desperdicio Rosa.
ResponderEliminarOtro beso dulce.