Seguidores

jueves, 18 de julio de 2019

¡CÓMO SE VA EL TIEMPO!



El tiempo pasa de forma tan rápida que lo que, lo que hace poco era un deseo, un sueño, ahora ya es pasado.
Todo esto me provoca miedo, mucho miedo; no melancolía, por lo que fue sino pánico a dejar de tener a quienes tengo. ¡Y cómo pasa de rápido!
No me gusta esa sensación de aceleración, de pérdida, de no volver a.
Para lo único que me sirve todo esta angustia es para apreciar lo que realmente hay ahora, no lo que podrá pasar si pasa, o lo que fue que ya no es.
Y aunque me sirva, aunque aprecie este mismo instante, siempre está la angustia del pasar, de pérdida, de algo que ya no está, que ya pasó. Parece que fue el otro día cuando esperábamos la navidad y ahora es verano. Y esperábamos las vacaciones de verano y ya es navidad.
Porque el tiempo pasa de una manera abismal y no me gusta. No me agrada sentir en cada momento que ahora mismo ya pasa, que el instante de hace un instante ya no es.
Y no quiero entrar en bucle que a nada me lleva. Pero, mientras estaba expresando esto, ya pasó el tiempo.

Rosa Mª Villalta Ballester

miércoles, 17 de julio de 2019

SENTIR NADA MÁS




Ya nada importa el pudor,
ni las formas ni cómo surgió;
nada que no sea algo entre los dos;
nada que el éxtasis no consiga,
que no provoque liberación,
importa no perder la pasión.
Ya no hay edad que ocultar,
ni lugar al que no llegar,
ni deseo al que no satisfacer,
ni desconocer ni evitar ni fallar,
hay lo necesario para todo turbar.
Y si no está esa piel que roce,
esa lengua que el océano pruebe,
esos dedos que a todo lleguen,
esos miembros que se acoplen,
esas bocas inmersas una en otra,
esos gemidos que lo dicen todo,
si no existe esa otra mitad,
pero el cuerpo necesita liberar,
si los pezones duros van a estallar,
si cualquier dedo es puro volcán,
no esperes, ve a por ese orgasmo,
que  saciara tu caliente cuerpo.
Y ... ¡siente la libertad! ... ¡vuela!
¡ahora! ¡ahora! ¡ahora solo es placer!
¡Vive este intenso, deseado momento
pues, después, ya vuelve a ser deseo!

Rosa Mª Villalta Ballester

DISCULPAS



Buenas noches,
he intentado recuperar un poema expuesto ayer "SENTIR NADA MÁS" pero no logro recuperarlo.

Ruego disculpas a Campirela, por mi torpeza; pero al eliminar unas entradas que no me servían, he eliminado este poema que escribí directamente aquí.

Perdonad.

lunes, 15 de julio de 2019

VIDA



Las situaciones pueden ir peor;
pueden mejorar, empeorar, cansar;
pueden ayudar o  entorpecer;
pueden ser reales o fantásticas;
difíciles de llevar o valoradas,
pero ... no pueden ser cambiadas.
Las cosas tienen valor o no;
importancia si se le quiere dar,
recuerdo si marcan el corazón,
el lugar que pueden ocupar,
el tiempo que cada cual les da.
El orgullo nada tiene de bueno,
nada que ofrecer a la humildad,
nada de valioso ni duradero,
nada que clarifique la realidad,
nada de confianza ni sinceridad.
La confianza puede beneficiar;
puede virar, durar, clarificar;
puede no tenerse pero darse;
puede ser principio de falsedad,
veneno que llega hasta el alma,
pero ... no puede negociarse.
Los lamentos nada tienen bueno;
nada para dejar de sentirse mal;
nada que ofrezca un bienestar,
nada que llame a la voluntad,
nada cuyas puertas dejen pasar.
Sí hay algo que sí puede cambiar
algo que nada tiene de estable
algo que nada puede superar,
y es la vida que se encuentra
en cada novedoso despertar
pues la vida es de cada cual
y cada cual ha de dirigirla.

Rosa Mª Villalta Ballester


domingo, 14 de julio de 2019

QUIZÁS YA SEA TARDE




(fotografia tomada por mí)

Cuando comencé esta aventura, creí que resultaría más fácil, que tras los muchos errores cometidos, acertaría más en las decisiones.
Y no es así. La vida es un continuo aprendizaje que no cesa, en donde no se deja de errar, de acertar, ..., de aprender.
Quizás, haya cambiado mi visión de este viaje, no de su finalidad, sí de su perspectiva. Empecé creyendo algo objetivo; y no es mas que una aventura fantástica, en donde hay partes inconexas, no reales, fruto de mi deseo de salir adelante.
Y aunque en muchas ocasiones ha habido desequilibrio, inestabilidad, desorientación, confusión e incluso paradas, continúo este mi viaje que no tiene destino alguno que no sea adquirir confianza y seguridad.
A través de los caminos elegidos o no elegidos, se aprende a confiar o desconfiar, a continuar o parar, a elegir o dejar ir.
No elegir, dejar pasar, es elegir también; es una "elección forzada" por la indecisión, inseguridad, desconfianza que prosigue con el miedo y la consiguiente paralización.

Pero una cosa es no elegir por miedo y otra muy distinta dejarse llevar por la auto compasión, el lamento, la queja, el "pobre de mí". Existen situaciones donde no saber cómo actuar, qué elegir, qué hacer. Y existe la posición de que otros tomen la decisión que he de hacer yo en mi camino, en mi vida, no ser la responsable de mi vida.
Desde luego, estoy segura que cada persona podría hacer su propia queja, su propio lamento, su propio "pobre de mí" pues no creo que exista persona que no se queje por algo que no ha conseguido o no tiene y desea conseguir o tener.

Este viaje se ha tornado muy difícil porque ha habido un giro de trescientos sesenta grados respecto a la auto compasión. A veces, siento ser esa niña que necesita protección y que se le diga lo que ha de hacer y decir, esa necesidad de no tener que ser mi propia adulta que le indica a la niña que está ahí, que no le va a fallar. Y aparece la rabia, la ira, la frustración. ¿Y para qué me sirve? Para nada. La frustración no es sino una inmensa barrera que obstaculiza el camino y que se ha de eliminar.
La frustración no es sino la rabia contenida, pertenece a algo pasado; no es presente. Y si algo he aprendido a lo largo de los años, es a salir de ese pasado, a no quedarme en él, a manejarlo sin que me obstruya el presente. O, al menos, eso es lo que he intentado e intento.

Aquello que es pasado, no recuerdo meterlo en mi maleta. Y, sin embargo, lo he portado en mi mochila, porque es algo que no se puede abandonar. Porque el pasado nos marca, nos determina. Pero no nos domina o no debiera dominarnos.

Mi mayor barrera ha sido quitar el peso del pasado; porque por mucho que se intente "olvidar", hay un pasado que nos marca y que no es posible borrar. Sí es posible hacer que en el ahora estar ahora y no estar en el ayer. Y eso, nadie más que yo, nadie más que uno mismo, puede hacerlo.
Liberarse de los malos momentos vividos es algo voluntario. Y, desde que emprendí este viaje, estoy dispuesta a vivir cada paso que estoy dando.

La frustración quizás sea posible evitarla, dejándose llevar por el momento presente, intentando cosas que jamás se ha experimentado, porque siempre es el momento idóneo para hacerlo. La idea de que "ya es tarde" que siempre me ha acompañado es algo que hay que desechar. "Ya es tarde" es quedarse en el ayer dejando el ahora. Y, aunque sigo creyendo en que "ya es tarde", continúo en el empeño de liberarme, de ser yo sin ese "ya es tarde".
Ya es tarde para muchas cosas porque el tiempo no pasa en balde; pero nunca será tarde para saludar este ahora que nos acompaña.
Ya es tarde para recomenzar; pero no es tarde para continuar.
Ya es tarde para no cometer los errores que cometí; pero no es tarde para intentar no volver a cometerlos.
Ya es tarde sí, para cosas que me perdí; pero no es tarde para percibir que el ahora me acaricia y puedo darle las gracias.
Ya es tarde para decir "te quiero" a quien ya no está y no se dijo; pero no es tarde para expresarlo ahora a quien está a tu lado.
Y, aunque ya sea tarde para volver a empezar, no es tarde para continuar.
Quizás sea ya tarde, pero quizás sea mejor tarde que nunca.

Rosa Mª Villalta Ballester.





viernes, 12 de julio de 2019

EL SOL Y LA LUNA


Erase una vez la luna que sintió al sol desolado. Pero tenía un serio problema y era que no podía darle su mano pues cuando ella salía, él desaparecía.
Así el sol desolado se mostraba sin poder a nadie expresar qué le pasaba.
Una nube grisácea y enorme frente a él se posó y el sol sin que la nube lo supiera, sintió y vio llorar al sol. Así pasó que durante días llovió mientras la grisácea nube acompañaba al sol. Cuando el sol dejó de llorar se dio cuenta de que la nube no le dejó de acompañar. Le pidió que se fuera, que solo quería estar. Que solo era fuego aunque se sintiera hielo. La nube, serena, no se marchó y el sol incesantemente pidió que a la luna su compañía diera.
Así hizo la nube y frente a ella se posó; pero la luna no la rechazó y dejó a la nube ante su visión. La nube, muy sabia, solo esperó, frente a la luna, que más grisácea parecía. Así es como la luna a la nube pidió que no se marchara pero que dejara su visión. Pero la nube, dormida se quedó. 
Abrazada por la luna, la luna despertó con el abrazo del sol que desolado recibió a la nube con agrado. Pero la nube, aunque quería abrazarle, el viento desplazó apartándola del sol.
El sol quería ante sí a la nube, le gritaba para que ante sí se pusiese. Furioso, su fuego irradiaba, y cuanta más rabia, más la nube se apartaba. Así la nube se posó ante la luna que la noche anterior la abrazó. Pero tampoco la luna la pudo abrazar porque el viento ante ella no dejó posar. La luna vio cómo la nube pasaba abriendo los brazos sin poder ni siquiera rozar alguna mano.
Y así fue como la nube siguió y siguió y ni al sol siquiera ya vio.
El sol seguía furioso, no quería ser fuego y la nube no apareció. Quemó su propia furia y también su desilusión y sintió el poder que tenía para quemar aquello que no quería. 
La luna vio recuperado al sol. Lo que no sabía el sol es que la luna también deseaba ser fuego y no blanca luna; pero observó que siempre no era completa y que podía ser de diferente manera.
Y así el sol y la luna no se encontraban pero el uno sin la otra no podían comprender nada.


Rosa Mª Villalta Ballester



miércoles, 10 de julio de 2019

EQUIVOCARSE



Equivocarse puede que enseñe
que de paso a un nuevo saber
que mueva un nuevo intentar
que deje un soñar sin realizar
que avergüence y desencaje
que refuerce y mueva a seguir.
Equivocarse no es voluntario
ni algo que se desee mantener
ni espacio donde poder habitar
ni tiempo donde siempre estar
ni oportunidad para escoger.
Equivocarse para corregirse,
para revisar cuanto no sirve
para despertar nuevos hechos
para realizar otras acciones
para cambiar el pensamiento.
Equivocarse supone desfase,
inestabilidad, desequilibrio,
aprovechar o desperdiciar,
sufrir, valorar, compensar,
estimar, desestimar, intentar.
Equivocarse conlleva cambiar
o quedarse en el error sin más,
azar o ensayar hasta lograr,
dejar el error sin importar,
o desde el error prosperar.

Rosa Mª Villalta Ballester