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miércoles, 17 de julio de 2019

DISCULPAS



Buenas noches,
he intentado recuperar un poema expuesto ayer "SENTIR NADA MÁS" pero no logro recuperarlo.

Ruego disculpas a Campirela, por mi torpeza; pero al eliminar unas entradas que no me servían, he eliminado este poema que escribí directamente aquí.

Perdonad.

lunes, 15 de julio de 2019

VIDA



Las situaciones pueden ir peor;
pueden mejorar, empeorar, cansar;
pueden ayudar o  entorpecer;
pueden ser reales o fantásticas;
difíciles de llevar o valoradas,
pero ... no pueden ser cambiadas.
Las cosas tienen valor o no;
importancia si se le quiere dar,
recuerdo si marcan el corazón,
el lugar que pueden ocupar,
el tiempo que cada cual les da.
El orgullo nada tiene de bueno,
nada que ofrecer a la humildad,
nada de valioso ni duradero,
nada que clarifique la realidad,
nada de confianza ni sinceridad.
La confianza puede beneficiar;
puede virar, durar, clarificar;
puede no tenerse pero darse;
puede ser principio de falsedad,
veneno que llega hasta el alma,
pero ... no puede negociarse.
Los lamentos nada tienen bueno;
nada para dejar de sentirse mal;
nada que ofrezca un bienestar,
nada que llame a la voluntad,
nada cuyas puertas dejen pasar.
Sí hay algo que sí puede cambiar
algo que nada tiene de estable
algo que nada puede superar,
y es la vida que se encuentra
en cada novedoso despertar
pues la vida es de cada cual
y cada cual ha de dirigirla.

Rosa Mª Villalta Ballester


domingo, 14 de julio de 2019

QUIZÁS YA SEA TARDE




(fotografia tomada por mí)

Cuando comencé esta aventura, creí que resultaría más fácil, que tras los muchos errores cometidos, acertaría más en las decisiones.
Y no es así. La vida es un continuo aprendizaje que no cesa, en donde no se deja de errar, de acertar, ..., de aprender.
Quizás, haya cambiado mi visión de este viaje, no de su finalidad, sí de su perspectiva. Empecé creyendo algo objetivo; y no es mas que una aventura fantástica, en donde hay partes inconexas, no reales, fruto de mi deseo de salir adelante.
Y aunque en muchas ocasiones ha habido desequilibrio, inestabilidad, desorientación, confusión e incluso paradas, continúo este mi viaje que no tiene destino alguno que no sea adquirir confianza y seguridad.
A través de los caminos elegidos o no elegidos, se aprende a confiar o desconfiar, a continuar o parar, a elegir o dejar ir.
No elegir, dejar pasar, es elegir también; es una "elección forzada" por la indecisión, inseguridad, desconfianza que prosigue con el miedo y la consiguiente paralización.

Pero una cosa es no elegir por miedo y otra muy distinta dejarse llevar por la auto compasión, el lamento, la queja, el "pobre de mí". Existen situaciones donde no saber cómo actuar, qué elegir, qué hacer. Y existe la posición de que otros tomen la decisión que he de hacer yo en mi camino, en mi vida, no ser la responsable de mi vida.
Desde luego, estoy segura que cada persona podría hacer su propia queja, su propio lamento, su propio "pobre de mí" pues no creo que exista persona que no se queje por algo que no ha conseguido o no tiene y desea conseguir o tener.

Este viaje se ha tornado muy difícil porque ha habido un giro de trescientos sesenta grados respecto a la auto compasión. A veces, siento ser esa niña que necesita protección y que se le diga lo que ha de hacer y decir, esa necesidad de no tener que ser mi propia adulta que le indica a la niña que está ahí, que no le va a fallar. Y aparece la rabia, la ira, la frustración. ¿Y para qué me sirve? Para nada. La frustración no es sino una inmensa barrera que obstaculiza el camino y que se ha de eliminar.
La frustración no es sino la rabia contenida, pertenece a algo pasado; no es presente. Y si algo he aprendido a lo largo de los años, es a salir de ese pasado, a no quedarme en él, a manejarlo sin que me obstruya el presente. O, al menos, eso es lo que he intentado e intento.

Aquello que es pasado, no recuerdo meterlo en mi maleta. Y, sin embargo, lo he portado en mi mochila, porque es algo que no se puede abandonar. Porque el pasado nos marca, nos determina. Pero no nos domina o no debiera dominarnos.

Mi mayor barrera ha sido quitar el peso del pasado; porque por mucho que se intente "olvidar", hay un pasado que nos marca y que no es posible borrar. Sí es posible hacer que en el ahora estar ahora y no estar en el ayer. Y eso, nadie más que yo, nadie más que uno mismo, puede hacerlo.
Liberarse de los malos momentos vividos es algo voluntario. Y, desde que emprendí este viaje, estoy dispuesta a vivir cada paso que estoy dando.

La frustración quizás sea posible evitarla, dejándose llevar por el momento presente, intentando cosas que jamás se ha experimentado, porque siempre es el momento idóneo para hacerlo. La idea de que "ya es tarde" que siempre me ha acompañado es algo que hay que desechar. "Ya es tarde" es quedarse en el ayer dejando el ahora. Y, aunque sigo creyendo en que "ya es tarde", continúo en el empeño de liberarme, de ser yo sin ese "ya es tarde".
Ya es tarde para muchas cosas porque el tiempo no pasa en balde; pero nunca será tarde para saludar este ahora que nos acompaña.
Ya es tarde para recomenzar; pero no es tarde para continuar.
Ya es tarde para no cometer los errores que cometí; pero no es tarde para intentar no volver a cometerlos.
Ya es tarde sí, para cosas que me perdí; pero no es tarde para percibir que el ahora me acaricia y puedo darle las gracias.
Ya es tarde para decir "te quiero" a quien ya no está y no se dijo; pero no es tarde para expresarlo ahora a quien está a tu lado.
Y, aunque ya sea tarde para volver a empezar, no es tarde para continuar.
Quizás sea ya tarde, pero quizás sea mejor tarde que nunca.

Rosa Mª Villalta Ballester.





viernes, 12 de julio de 2019

EL SOL Y LA LUNA


Erase una vez la luna que sintió al sol desolado. Pero tenía un serio problema y era que no podía darle su mano pues cuando ella salía, él desaparecía.
Así el sol desolado se mostraba sin poder a nadie expresar qué le pasaba.
Una nube grisácea y enorme frente a él se posó y el sol sin que la nube lo supiera, sintió y vio llorar al sol. Así pasó que durante días llovió mientras la grisácea nube acompañaba al sol. Cuando el sol dejó de llorar se dio cuenta de que la nube no le dejó de acompañar. Le pidió que se fuera, que solo quería estar. Que solo era fuego aunque se sintiera hielo. La nube, serena, no se marchó y el sol incesantemente pidió que a la luna su compañía diera.
Así hizo la nube y frente a ella se posó; pero la luna no la rechazó y dejó a la nube ante su visión. La nube, muy sabia, solo esperó, frente a la luna, que más grisácea parecía. Así es como la luna a la nube pidió que no se marchara pero que dejara su visión. Pero la nube, dormida se quedó. 
Abrazada por la luna, la luna despertó con el abrazo del sol que desolado recibió a la nube con agrado. Pero la nube, aunque quería abrazarle, el viento desplazó apartándola del sol.
El sol quería ante sí a la nube, le gritaba para que ante sí se pusiese. Furioso, su fuego irradiaba, y cuanta más rabia, más la nube se apartaba. Así la nube se posó ante la luna que la noche anterior la abrazó. Pero tampoco la luna la pudo abrazar porque el viento ante ella no dejó posar. La luna vio cómo la nube pasaba abriendo los brazos sin poder ni siquiera rozar alguna mano.
Y así fue como la nube siguió y siguió y ni al sol siquiera ya vio.
El sol seguía furioso, no quería ser fuego y la nube no apareció. Quemó su propia furia y también su desilusión y sintió el poder que tenía para quemar aquello que no quería. 
La luna vio recuperado al sol. Lo que no sabía el sol es que la luna también deseaba ser fuego y no blanca luna; pero observó que siempre no era completa y que podía ser de diferente manera.
Y así el sol y la luna no se encontraban pero el uno sin la otra no podían comprender nada.


Rosa Mª Villalta Ballester



miércoles, 10 de julio de 2019

EQUIVOCARSE



Equivocarse puede que enseñe
que de paso a un nuevo saber
que mueva un nuevo intentar
que deje un soñar sin realizar
que avergüence y desencaje
que refuerce y mueva a seguir.
Equivocarse no es voluntario
ni algo que se desee mantener
ni espacio donde poder habitar
ni tiempo donde siempre estar
ni oportunidad para escoger.
Equivocarse para corregirse,
para revisar cuanto no sirve
para despertar nuevos hechos
para realizar otras acciones
para cambiar el pensamiento.
Equivocarse supone desfase,
inestabilidad, desequilibrio,
aprovechar o desperdiciar,
sufrir, valorar, compensar,
estimar, desestimar, intentar.
Equivocarse conlleva cambiar
o quedarse en el error sin más,
azar o ensayar hasta lograr,
dejar el error sin importar,
o desde el error prosperar.

Rosa Mª Villalta Ballester

EN MI VIAJE



De nada sirve lamentarse de lo que no se ha hecho o no se ha logrado. De nada vale dejar este mismo instante soñando en algo sin hacer nada. De nada vale la compañía si no se sabe apreciarla.
Cuando se entra en bucle de ver las cosas de una manera nefasta, entra el miedo, la angustia, el deseo incesante de dejar de experimentar este estado.
No hay peor medicina para el ser humano que la soledad; pero, lamentablemente, la soledad en muchas ocasiones es un aislamiento impuesto no escogido, es una circunstancia que consume, que hace al ser humano vulnerable.
Y por esa soledad, por ese buscar compañía, también se cometen inmensos errores que muchas veces cuestan la salud.
¿Quién no ha confiado sin tener que hacerlo en personas que luego han sido una verdadera pesadilla? ¿Quién no ha buscado ese ser con quien comunicarse? 
De acuerdo que lo más importante es tenerse uno mismo, contar con la persona en sí; pero, como humanos que somos, como seres sociales, ¿no es importante la comunicación?
¡Cuántas y cuántas veces se dice a quien no encuentra esa media naranja, esa persona que la quiera, "sal y busca", "si no buscas no la encontrarás"!
Desde mi punto de vista, no hay mayor error que esta expresión. ¿Desde cuando el amor, el cariño, la compañía se busca? ¿Acaso hay que ponerse un cartel en la puerta de un supermercado expresando "soy persona sola, ¿me dan compañía, amor, ...?"
De siempre me ha molestado esta ya no expresión, esta forma de pensar. Está claro que la compañía, el amor, no se encuentran sin relación alguna; pero también es cierto que por mucho relacionarse, salir, no es sinónimo de hallar.
Para mí, tanto una buena amistad como un buen amor, se hallan sin buscar. No se puede forzar si el cariño ni la confianza. 
Con el paso de los años, he aprendido a separarme de quien no disfruta de mi compañía aunque yo sienta lo contrario. Y a separar una persona conocida de una amistad que con tanta facilidad se dice. He aprendido que no es cuestión de salir, conocer por llegar a amistad o relación, buscar. Al menos, los años eso me han demostrado.
Hay personas que sin ser simpáticas, sin tener sensibilidad ni dar confianza alguna se rodean de personas con las que contar. Y otras que, repletas de sensibilidad, cariño, lealtad, confianza, comprensión, ... no cuentan mas que consigo mismas ni tienen a nadie con quien compartir algo.
Y sí, es triste y lamentable, como otras tantas cosas en la vida.
Ahora prefiero aceptar mi realidad, me guste o no me guste; prefiero dejar la confianza instintiva a un lado, aprender a desconfiar y a ser más reservada. 
En este viaje que emprendí, que hago con una simple maleta, deseo hacerme fuerte y saber que no todo vale. Que hay personas con máscaras que saben aprovecharse de quien desgraciadamente no saber ser reservada ni mentir.
Que hay que relacionarse en la medida de las posibilidades; y que mejor es la soledad a estar con personas que aparentan agrado.
Este viaje lo emprendí sola sin saber hacia dónde pero sí por qué. Sé que, como adulta, tengo la responsabilidad de mi vida la cual nadie puede asumir.
Que siento rabia, agotamiento, hastío; pero que solo con esto nada voy a obtener.
Este viaje lo realizo a solas; y durante el mismo veo que hay personas que se paran a saludar, a expresar, a interesarse por lo que comparto. No obstante y, tras el error cometido con el tiempo que me llevó a abandonar este espacio, vuelvo a intentar estar aquí; solo que ahora ya no soy esa persona confiada que se enternecía ante cualquier expresión de cariño. Ahora soy una adulta que camina sola en un viaje duro y amargo y que no busca mas que dejar de ser quien fue. Ya no desea ese ser tan estúpido que fue, que se dejaba llevar por cualquier expresión que le hacía confiar.
Ahora sabe que tras unas palabras, quien expresa algo, puede haber una máscara que oculta la verdadera esencia de ese ser.
Y ése va a ser mi sino: desconfiar para evitar caer como caí. 
En este viaje solo deseo sinceridad. Y también sinceridad conmigo misma que he aparcado siempre mi verdadera esencia.
Quizás es tarde, me da igual. Ya nada pierdo por realizar esta experiencia.
Seré feliz si dejo de ser aquel ser que fui y del que muchas personas aprovecharon la inestabilidad y la irresponsabilidad que formaba parte de mí.

En este viaje deseo des-aprender muchas cosas que durante tantos años me han enseñado y que no considero buenas en este mi verdadero sino.
Des-habituarme de cuanto me ha intoxicado y perjudicado a lo largo de mi vida.
Llenarme de cuanto me permite continuar este trayecto aunque esté repleto de obstáculos.
Y, sobre todo, vivir la realidad: dejar de estar en una fantasía que no existe ni existirá.  Avanzar, aunque sea despacio. Y parar cuando sea necesario.

Llenar la vida que amanece hoy de nuevo de cosas que no me entristezcan ni me aparten de las cosas bellas que pueden existir.

Rosa Mª Villalta Ballester


domingo, 7 de julio de 2019

LO QUE NO HAY




No hay pensar que sea estático
ni circunstancia que no se pueda llevar;
con mayor o menor esfuerzo,
existe un camino por el que pasar,
un momento único que experimentar,
una situación que afrontar o dejar.
unos deseos que hacer realidad,
unas sensaciones únicas sin más,
unos miedos que paralizan el pasar,
una historia que se forma más allá,
un segundo para hondo respirar.
No hay presente sin ayer suspirar,
ni acierto ni error sin vuelta atrás,
ni confianza con máscara mostrar,
ni seguridad sin algo comprobar,
ni indiferencia sin corazón mostrar.
No hay vida sin dos seres juntar,
ni amor que se pierda por acabar,
ni océano que pierda su inmensidad,
ni inteligencia a la que limitar,
ni mundo al que no pertenecer,
ni existencia a la que arrebatar.
No hay razón para la violencia,
ni motivo para hacer mal alguno,
ni ley justa contra la agresión,
ni sentencia que asesinato cambie,
ni previsión que serenidad aporte,
ni humanidad que justicia clame.
No hay decisión que no cambie,
ni cambiar que el tiempo no pase,
ni retroceso al ayer que no vuelve
ni alguien que te quiere que te deje,
ni amor que con maldad conviva,
ni vivir que respirar no consiga.

Rosa Mª Villalta Ballester